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Carta de una Mecedora
CARTA DE UNA MECEDORA
Me han vestido de tantas lunas y me han desnudado tantas auroras que ya ni siquiera siento el vacío de las horas lánguidas, de las muertas horas. Pasé la vida frente a la chimenea de la madre, cantando preciosas nanas, del poeta que esperaba a las musas, de la abuela que ovillaba las lanas ¡Cien años a mis espaldas! Me cambiaron los barnices, me insultaron las carcomas prometiéndoselas felices al comerse mis raíces en las horas lánguidas, en las muertas horas. Y si Dios, no lo permites, si las llamas no me devoran Pasaré otros cien años frente a la chimenea. Firmado: Tu amiga, la mecedora.
Poema inscrito en la propiedad intelectual de Murcia
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