Para cuando venga mi muerte
que espero que
sea en invierno
una servidora,
de alma vate
os deja escrito
el testamento:
Si acaso
publicáis mi esquela
por favor, que
sea en verso
que la vida es
un poema
leído a los
cuatro vientos.
Si acaso rezáis
algo,
tan sólo, un
Padre Nuestro.
Para un camino
tan largo
del que no se
sabe el regreso
no quiero
llantos amargos,
quiero tan sólo
mil besos,
mil poemas de
despedida,
mil cafés de
los bohemios,
mil sabores de
nicotina,
mil fechas para
el recuerdo.
Mil caras
desconocidas
de los miles que
vinieron
a dar mi nombre
a una calle
de las afueras
del pueblo.
Mil premios a
título póstumo
y la medalla al
mérito.
Mil ejemplares,
edición limitada,
con miles de
erratas, por supuesto.
Que no se
entienda mi letra
ni al revés ni
al derecho.
Y quiero
llevarme a la tumba,
los millares de
desprecios
que en vida
llevó mi persona
por
creerme poeta sin serlo.
|