Mézclese
como reza en un gran mortero
un
brizna o una pizca de perejil
silvestre,
cogida el uno de enero,
cincuenta
pelos y dos pulgas de mandril,
el
agua reposada en un palanganero
expuesto
siete noches a la luna de abril,
diez
gramos de artemisa, dos hojas de enebro,
seis
patas de araña pintadas de añil.
Dos
cucharadas de arroz para dar consuelo,
un
saquito de azafrán para la sabiduría,
un
frasco de azufre para disipar los celos,
tres
berros tiernos para la mejoría.
Cien
gramos de café que auguran el éxito
(ahora
es el momento en que debemos encender
el
candelabro de siete brazos y el incienso
y
colocarlo a la derecha de nuestros pies)
Seguir
las instrucciones del otro cuaderno
sitas
en la página ciento veintitrés.
Si
es que nos hayamos enamorados
y
por el contrario no somos
correspondidos,
has
de extender por el pecho con tus manos
el
mejunje que antes hicimos.
Cantarle
a Venus: "Bienaventurados
los
que gozan de tu dulce protección
y
no tienen en llamas ni en llanto
envuelto
su frágil corazón".
Si
nuestra vida pende de un hilo
por
causa de alguna enfermedad,
entonces
agregar flor de tilo
y
en la zona doliente masajear,
que
Zeus, dios y rey del Olimpo
en
dulces sueños nos anunciará
cortando
delicados narcisos
cuando
la muerte se alejará.
¿Que
el dinero escasea en nuestros bolsillos?
Ofrecer
a la diosa Fortuna, espino albar,
que
nos enviará un pasajero amorío
pues
pronto nos hará enviudar.
Añadir
a la pócima espliego bendito
y
en lo alto de un monte hay que gritar:
"Te
daré en otra vida ciento por uno"
mientras
se hace con la masa una torta de pan.
Si
lo que se persigue, es la inmortalidad,
deberá
plantarse en el jardín un ciprés
que
haya estado un día entero en el desván
y
abonar con la pócima recitando al
revés:
"Oh
Diana, diosa de la inspiración
haz
que esta noche, de mi puño y letra,
escriba
cinco mil quinientos versos de amor
y
sea recordado como el mejor poeta"
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