Guirnaldas del Mar
Y vino a nacer entre
el agua limpia y clara
la primera noche cálida
del mes de abril.
Eran sus ojos del
azul más añil,
cual dos zafiros
puros puestos en su cara.
Era su cabellera,
larga como el olvido,
blanca como la
espuma. Su pensamiento noble.
Su corazón más
fuerte que el de un roble
destruyó varias
flechas de Cupido.
Porque hace mil
años un marinero, rendido,
trocó su amor de
ensueño hasta la eternidad,
ofreciéndole del
cielo la redonda claridad
que en la negra noche
les había sorprendido.
Era su furia de volcán,
de amante, de enemiga.
Sus lágrimas como
perlas, guirnaldas del mar.
Verdes algas y
vestidos de rojo coral
para aliviar el dolor
de una fiera embravecida.
A vosotros
Hoy me he animado a
salir
de esta cueva de
fantasmas sin fin
invadida por deseos
incontenibles,
por cegar con la luz
los versos condenados
en la cárcel de las sombras,
angustiosas horas
robadas al sueño.
Asumido el riesgo
de dejarme contaminar
por las voces
que todo pretenden
saberlo.
Desapegadas voces que
hieren
corazones
vulnerables.
Sin embargo, en todo
este aletargado tiempo
he renovado mis máscaras,
he reunido todo el
aplomo necesario
para enfrentarme a
vosotros
con los ojos de la
conciencia.
Poemas inscritos en
la propiedad intelectual de Murcia
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