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CARTAS 

A MI MADRE

Estas cartas-poemas son la muestra de mi afligido dolor  sobre la guerra . Yo nunca he vivido una guerra de cerca, pero siempre tuve muy presente las historias que contaba mi abuelo Joaquín sobre la Guerra Civil Española

CARTA A MI MADRE (I)

Llega la hora madre
preparemos las maletas
perfumemos de lilas nuestro mejor traje.
Despidámonos...
Si empieza la guerra
no me telefonees
quizás las líneas estén cortadas.
Madre, te recordaré
cuando oiga el ruido de los aviones
sobrevolando el tejado de mi casa
con una oración sencilla.
Te recordaré vestida de Domingo
como cuando íbamos al cine
en los años setenta
y eso de pegar un tiro
quedaba tan sólo en una película de vaqueros.


Llega la hora madre
y no le hemos escrito a Dios
que nos reserve una plaza en su hotelito.


Que pena madre
que la tierra verde
se tiña de sangre,
de la misma sangre que piden en los hospitales


para hacer transfusiones a los enfermos.


A veces me pregunto
porque Dios no hace transfusiones de cerebros,


algunos deben estar marchitos

 

 

CARTA A MI MADRE (II)

 

Madre,
se me está rompiendo el corazón.
Los médicos me mandan pastillas
que yo nunca me tomo.


Les digo: - me duele mucho aquí -
pero no aciertan a dar con la causa.


Son médicos madre, del cuerpo
pero es mi alma la que sufre ese dolor.


No puedo dormir
desde que comenzó la guerra,
esta guerra injusta que proclaman
en el nombre de Dios.


Cuando cae el sol
y las sirenas dan el toque de queda
mi corazón corre en busca de un refugio
donde los misiles no le alcancen,
pero no se han inventado los refugios de corazones


y él no lo sabe.


Salta por mi pecho
como si de un campo minado se tratara,
salta por las sábanas, salta por el colchón,
arde como el maldito petróleo.


Así por ocho horas
hasta que suena el despertador.


Me levanto con el alma arrastrándose
como un cuerpo a tierra
y mi cuerpo tiene que ir a trabajar
con el corazón roto
pero ¿a quien le importa?



 

CARTA A MI MADRE (III) 

 

Querida Madre:
hoy me enteré por el noticiero
que murieron miles de inocentes.


Que exhiben a los presos de guerra
como trofeos en sus vitrinas.


Que la bandera blanca
ya no tiene el significado antiguo.


Que existen países que se ofrecen
a reconstruir ciudades destruidas
pero ¿a qué precio?



Madre
los clientes del bar
no hablan de otra cosa,
empuñan sus lenguas
como espadas
mientras toman el café.


Arreglan el mundo con una pegatina
en la solapa de la chaqueta
que dice: NO A LA GUERRA.



Pero madre
cuando salgo a la calle
las tiendas están llenas de señoras
que compran ropa de primavera
como si vivieran en un mundo aparte.



Les preocupa no tener dinero
para pagar la hipoteca
o dejar de fumar,
hacerse la cirugía plástica
para tener una buena figura
de cara al verano.


Me vuelvo a casa frustrada
por el oscuro callejón de la hipocresía.



 


TELEGRAMA URGENTE

 

Querido Dios:
Te escribo aunque no crea en los milagros
para que me quites este maldito don
de ver con los ojos del alma.

Ya no quiero ser poeta


 

 

Estos poemas quedan registrados en mi propiedad intelectual con arreglo a las bases estipuladas en Predicado.com, bajo las siguientes numeraciones respectivamente:

37858, 39858, 41128 y 41844

 

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