Son muchas, pero para empezar
siempre he admirados la cultura de los países árabes en general. Si pudiera escoger vivir una
época me instalaría con los árabes que vivieron la historia desde la Alhambra de Granada.
Así
mismo, la literatura de escritores como Khalil Gibrán o Rabindranaz Tagore figuran como favoritos
en mi librería.
Descubrí los libros
mucho antes de saber leer. De hecho mi abuelo siempre me contaba que veía las viñetas de los
tebeos y yo me inventaba los bocadillos que tenían mucho que ver. Siempre me apasionaron los
libros, y me los prohibían cuando estaba enferma, mas yo encontraba el hueco para llevarme uno
bajo la almohada, y con la habitación en penumbra, leer y leer.
Crecí con algunos
complejos. Ser hija de padres separados en una época en la que era inconcebible.
También el ser zurda
estaba mal visto en la sociedad, aunque la suerte para mí cambió en 1979.
Mi primer poema
fue una continuación del Auto de los Reyes Magos. Pero mi primer poema publicado, si se puede decir
así, está en un cementerio, recordando a todos la "locura de amor" que sufrí por Pascual Sánchez Perez
(DEP) hasta el día que un fatal accidente lo arrancó de la vida. Así que estos dos motivos, profesores
y amor, trajeron a mi vida la cruceta principal de una forma de vivir.
Otra de mis pasiones
es coleccionar cosas. Monedas de otros países que turistas me dejaron de propina en el bar, tebeos
antiguos, cajitas de madera, los troncos de los árboles en fotografías, bolígrafos y plumas, o muebles
antiguos que tira la gente a la basura y que yo restauro gracias a un curso que hice de restauración de
antigüedades.
Y por supuestos libros, de esos de los rastrillos y de ferias del 23 de abril.
¿Y el café?. Forma
parte fundamental en mis ratos de inspiración que juntos con las tardes de lluvia son mis mejores
confidentes. Desgraciadamente en Murcia no llovía mucho, pero cuando lo hacía, aprovechaba para refugiarme
en el papel.
Algunas de mis grandes
historias han nacido tras la barra del bar. La gente se olvida de que existen los camareros y cuenta
cosas asombrosas.
Otras veces, escojo nombres de personas y hago acrósticos. Y otras me piden que les
haga poemas, pero la inspiración, por desgracia no se vende en saquitos.
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