<%@ Language=JavaScript %> Mis aficiones

Una vida dedicada a la poesía

 

 

 

Son muchas, pero para empezar siempre he admirados la cultura de los países árabes en general. Si pudiera escoger vivir una época me instalaría con los árabes que vivieron la historia desde la Alhambra de Granada. 

Así mismo, la literatura de escritores como Khalil Gibrán o Rabindranaz Tagore figuran como favoritos en mi librería.

 

Exterior de la mezquita-catedral de Córdoba. Abril 2003

Interior del Circulo del Casino de Córdoba - Abril 2003

 

Descubrí los libros mucho antes de saber leer. De hecho mi abuelo siempre me contaba que veía las viñetas de los tebeos y yo me inventaba los bocadillos que tenían mucho que ver.

 Siempre me apasionaron los libros, y me los prohibían cuando estaba enferma, mas yo encontraba el hueco para llevarme uno bajo la almohada, y con la habitación en penumbra, leer y leer.

 

Crecí con algunos complejos. Ser hija de padres separados en una época en la que era inconcebible. 

También el ser zurda estaba mal visto en la sociedad, aunque la suerte para mí cambió en 1979.

Mi primer poema fue una continuación del Auto de los Reyes Magos. Pero mi primer poema publicado, si se puede decir así, está en un cementerio, recordando a todos la "locura de amor" que sufrí por Pascual Sánchez Perez (DEP) hasta el día que un fatal accidente lo arrancó de la vida. 

Así que estos dos motivos, profesores y amor, trajeron a mi vida la cruceta principal de una forma de vivir.

Otra de mis pasiones es coleccionar cosas. Monedas de otros países que turistas me dejaron de propina en el bar, tebeos antiguos, cajitas de madera, los troncos de los árboles en fotografías, bolígrafos y plumas, o muebles antiguos que tira la gente a la basura y que yo restauro gracias a un curso que hice de restauración de antigüedades.

 Y por supuestos libros, de esos de los rastrillos y de ferias del 23 de abril.

¿Y el café?. Forma parte fundamental en mis ratos de inspiración que juntos con las tardes de lluvia son mis mejores confidentes. Desgraciadamente en Murcia no llovía mucho, pero cuando lo hacía, aprovechaba para refugiarme en el papel.

Algunas de mis grandes historias han nacido tras la barra del bar. La gente se olvida de que existen los camareros y cuenta cosas asombrosas.

 Otras veces, escojo nombres de personas y hago acrósticos. Y otras me piden que les haga poemas, pero la inspiración, por desgracia no se vende en saquitos.

 

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